¿Por qué estudiar cine?
Es la pregunta fundamental de cualquier estudiante de cine, pero hay otras igualmente importantes
¿Qué es el cine en la actualidad? ¿Cuáles son las salidas laborales? ¿Porqué estudiar en una Escuela de Cine? ¿Cuál es la mejor y cuál es la que me conviene? ¿Y la universidad?
¿Y la crisis? ¿Qué pasa con la crisis del cine?
¿CRISIS, QUÉ CRISIS?
Empecemos por “la crisis del Cine” que ha vuelto a estar de moda. Es casi tan antigua como el Cine mismo y es tan repetida como “la crisis del teatro”, “la muerte de la novela” o la “desaparición del arte”.
La primera “gran crisis” del Cine ocurrió en 1928, cuando el cine sonoro reemplazó al cine mudo y algunos vaticinaron “el final del cinematógrafo”. Otros vieron llegar el final con la aparición de la TV, con la irrupción del video doméstico, más tarde con el DVD, luego con la aparición de Internet y, finalmente, con la producción de películas en formato digital, a partir de 2006.
Es un tema recurrente y repetitivo pero que, en la actualidad, encierra una paradoja que conviene tener en cuenta. Hoy se produce y se ve mucho más cine que nunca. Cualquier joven ve muchas más películas que las que vio la generación de sus padres y esa posibilidad se agiganta si la comparamos con las que lograron ver sus abuelos. El consumo audiovisual no para de crecer y las películas son el “bien cultural” más apreciado por millones de personas que dedican más tiempo a la pantalla que a leer novelas, a las exposiciones de arte o a asistir a conciertos. Sólo la afición por la música –que también tiene su “crisis”- sería comparable.
Parece evidente que la expresión “crisis del cine” hay que entenderla en un sentido limitado. Es decir que, como cualquier “crisis”, nos habla de una etapa que finaliza y otra nueva que empieza. Por lo tanto, conviene volver a las preguntas que proponíamos al comienzo para descubrir que es lo que está cambiando en el Cine.
¿Qué ha sido y qué es el Cine?
Cine es una palabra con, al menos, dos acepciones. Hace referencia a la sala de visionado de películas y también alude al celuloide, soporte con el que se rodaban y se proyectaban las imágenes, durante un siglo.
Ambas acepciones están hoy en retirada. El celuloide casi ha desaparecido porque tanto la producción de cine como la proyección en las salas se hace en formatos digitales. También las salas de cine están en declive porque muchos espectadores prefieren ver el cine en casa (42 pulgadas, FullHD, Dolby 5.1, Smart TV, internet, etc). ¿Qué va a pasar, entonces, con el Cine? ¿Va a resultar dañado por la desaparición del celuloide o por el cierre de muchas salas de proyección?
Parece evidente que la llamada “crisis del cine” sólo se refiere a un cambio profundo en el modelo de producción, de distribución y del visionado de las películas. Pero es necesario señalar que ese cambio no afecta ni la tradicional pasión y afición por el Cine ni la voluntad narradora de los cineastas y profesionales que hacen las películas. Los espectadores no se preguntan por el soporte de producción de una película y para los profesionales el cambio ha supuesto muchísimas ventajas creativas y técnicas.
Ahora podemos volver a la pregunta que da título a este texto.
¿Por qué estudiar Cine?
La primera respuesta hay que buscarla en eso que llamamos vocación. Es muy importante y es útil que el estudiante de cine tenga esa decisión y esa necesidad íntima y poco explicable. Si ese primer empuje existe, las otras respuestas son más sencillas.
Habrá quienes se pregunten por las posibilidades de trabajo. Es obligado aclarar que los profesionales del Cine no viven únicamente de las películas, aunque ese sea su objetivo fundamental y la tarea mas compleja para la que se han formado. El crecimiento del consumo y la producción audiovisual han multiplicado sus opciones de trabajo. Son los mejor preparados para incorporarse a una serie de TV, a un videoclip, a la producción de publicidad, a una web serie o a cualquiera de los muchos formatos que se producen en la actualidad.
Para imaginar un posible escenario de trabajo sólo hay que imaginar la cantidad de productos audiovisuales que vemos o de los que tenemos noticias cada día. En todos ellos habrá trabajado un guionista, un director, un montador, un director de fotografía, etc. El escenario será más amplio y más real si imaginamos el conjunto de medios o canales que emiten o proyectan audiovisuales cada día: TVs de cobertura nacional, de cobertura regional o TVs locales; TVs de cable o codificadas; canales profesionales en YouTube y, en general, en internet; webs de empresas; servicios audiovisuales de medios de comunicación o de agencias de información; videos para el sistema educativo y así un larguísimo etcétera que, obviamente, incluye a las salas de cine que seguirán proyectando películas de ficción o documentales. Ni la pretendida “crisis” del cine, ni las “descargas” de internet, ni la indiferencia de los Ministros de Cultura pueden dañar una actividad que tiene una demanda constante de los medios y de la sociedad.
Habrá también quienes se interesen por el ambiente y las características de la profesión. Tienen que saber que, en cualquiera de sus especialidades –guionista, montador, director, etc.- el Cine siempre ha valorado a las personas creativas, con interés por la innovación y con buena capacidad de trabajo. Son esos los rasgos que comparten la gran mayoría de los profesionales del cine y es esa la combinación que ha convertido al Cine en un arte y, al mismo tiempo, en la industria central y pionera del entretenimiento. Las afirmaciones también valen para el conjunto de la actividad audiovisual que es un sector muy activo y en constante transformación.
¿Dónde estudiar Cine?
La respuesta es sencilla: en una Escuela de Cine. Son los únicos centros realmente especializados y con recursos para estudiar una carrera de Cine y, en general, para formarse y trabajar en la industria audiovisual. Aunque cada Escuelas es diferente, comparten algunos rasgos que las convierten en útiles y necesarias. Todas disponen de instalaciones específicas para producir (platós, cabinas de montaje, etc.) y cualquier escuela ofrece el equipamiento técnico para las prácticas (cámaras, iluminación, maquinaria, etc.).
Las buenas Escuelas de Cine ofrecen, además, una ventaja que sólo se descubre al terminar una carrera. Los alumnos se habrán formado y habrán hecho sus prácticas con quienes serán los próximos guionistas, directores, directores de fotografía, actores, montadores, etc. Y esa es una cantera inagotable de contactos y relaciones para futuros trabajos.
¿Y la Universidad? ¿Qué pasa con las universidades?
Pasa lo que todos sabemos. Que la Universidad y el Cine han vivido y viven de espalda y divorciados. Vale con repasar la trayectoria de la enorme mayoría de los cineastas españoles. Ni Almodovar, ni Alejandro Amenabar, ni Alex de la Iglesia, ni Juan Antonio Bayona (la lista sería interminable) son titulados en “Comunicación Audiovisual/Grado de Cine”, que es la oferta oficial de nuestras universidades. El mismo ejemplo vale para los guionistas, montadores, directores de fotografía, etc., más destacados.
Dicho de manera resumida: la carrera de Comunicación Audiovisual/Grado de Cine sirve para “entender” el Cine, pero no capacita para “hacer Cine”. Carece de los programas, de los profesionales y, en muchos casos, de las instalaciones, del equipamiento y de la voluntad para ello
¿Cómo elegir una Escuela de Cine?
No podemos ni pretendemos ser objetivos. La oferta es variada e interesa informarse bien de todas las opciones. Visitar cada escuela y hacer todas las preguntas posibles es imprescindible.
Algunos parámetros para comparar son:
- Perfil de los profesores: La mayoría de los profesionales no son «famosos» y no nos va a sonar su nombre. Es importante que sean profesionales con trayectoria contrastada. Hay una prueba indispensable: el IMDB, entrar en la base de datos del cine y la TV, poner el nombre del profesor y ver qué ha hecho. También es importante que tengan experiencia docente. Si han impartido clases, pues mejor.
- Instalaciones y equipamiento: a rodar se aprende rodando, es imprescindible contar con instalaciones y equipamiento propias para rodaje (platós, cámaras, luces, etc) y montaje (cabinas de edición y postproducción). Ni hay que dejarse deslumbrar por una cámara ni se puede aprender sin herramientas profesionales. No nos olvidemos que se paga por aprender.
- Cuantas más áreas mejor: si la escuela sólo forma guionistas (por ejemplo) no podrán tener interacción con el resto de las áreas. Cuantas más disciplinas haya mejor. Interpretación no suele estar integrada en las escuelas de cine (en el Instituto del Cine sí) y es muy beneficioso para todos; los demás trabajan con un elemento esencial (los actores) y los estudiantes de interpretación se hartan de trabajar en rodajes.
- Transparencia: es bueno que la política de la escuela sea clara en cuanto a precios, condiciones, facilidades de pago, posibilidad de darse de baja, etc.
- Calidad / precio: Es algo básico en cualquier compra, hay que poner en la balanza lo que se ofrece y a qué precio.